sábado, 6 de junio de 2009

loѕ eхtrañoѕ ojoѕ de lυιѕ




Me llamo Eleahnor. Tenía 15 años y entonces ya lo había olvidado por completo. Volvía un día de la biblioteca, bastante tarde, y me encontré a Luis en el portal. ¿Encontrarme con él? No. Me estaba esperando. De pie, apoyado en la pared, mirándome de modo inexpresivo. Fijamente. Hasta el día de hoy, nunca me había fijado en sus ojos. Tenían algo maravilloso... y triste, que hacían que me sintiera indefensa ante ellos, ante aquel abismo verde que eran sus ojos. Hipnotizada me quedé ante el color mas hermoso del mundo. No sé cuanto tiempo le estuve mirando. ¿Sonrojada? Puede. Nunca habíamos pasado tanto tiempo mirándonos. De hecho, es la primera vez que miraba tanto a un chico.



-Considérame tu amigo.-me dijo, con un tono de voz que no denotaba alegría ni tristeza..
Asentí con la cabeza levemente. Se dio la vuelta para irse.
-¡Espera!.-y sin volverse susurró algo.
¿Lo siento? No creo que fuera eso. Creo que no le escuché bien. Me quedé allí parada como una imbécil, pensando en lo que me acababa de decir. ¿Amigos?
...nunca había tenido amigos. Me coloqué ante la puerta de mi casa. Estaba abierta. Entré llamando a mi madre. La luz del salón estaba encendida. Caminé unos pasos. Nunca me hubiera imaginado lo que vi a continuación... Un charco brillante de sangre en medio del salón. Quedé paralizada y sin saber que hacer. ¿Llamar a la familia? No tenía otra familia que mi madre. Empezé a recorrer todas las habitaciones de la casa, al igual que cuando tenía 9 años y buscaba a mi padre, solo que estaba vez, una cortina de lágrimas nublaba mi visión. No hubo suerte. ¿Qué hace uno en estas situaciones? Uno acude a la gente mas cercana, familia, amigos... ¿¡Luis!?
Me dió un vuelco el corazón, al atravesar el umbral de la puerta de entrada de mi casa, pude verlo a él, apoyado en la barandilla, tal y como lo acababa de ver antes. ¿Pero no se había marchado? No. Me estaba esperando de nuevo. ¿Sabía él lo ocurrido? Mi cuerpo se quedó inmovil unos segundos, hasta que rompí a llorar desconsoladamente. Lloré amargas lágrimas de confusión y de soledad. Brotarón las gotas que jamás vieron la luz cuando desapareció mi padre. Y sobre mi vecino... que era casi un completo desconocido, bueno... Ahora era un amigo, asi que no sentire verguenza porque me vea en este estado. Le rodeé con fuerza con mis brazos. Mi llanto resbalaba sobre mi moreno rostro y sobre el cuero de la chaqueta de Luis. Ahora mi mente empezaba a hincharse de todo tipo de sentimientos. Aunque parar de llorar resultó ser aún peor. Sentí la soledad en su grado mas alto. Muchas desagradables sensaciones que me invadieron... La imagen de la sangre... ¿Muerta?
-Ojalá estuviera... aquí papá.- y Luis me devolvió el abrazo.
A su lado me sentía extrañamente bien, protegida... Pero esto cambiaba cada vez que me miraba directamente a los ojos... que me miraba y me hacía suya. Me habían hechizado sus ojos como esmeraldas, y no solo en el sentido literario, mas adelante os hareis una idea de porqué. Sólo él podia protegerme.



Me soltó bruscamente. Los metales de sus pulseras dejaron de hacerme presión en la espalda. Levantó su mano izquierda y elevó mi cara unos centímetros hacia él. Se acercó un poco, pero lo bastante como para empezar a notar su aliento. Arrimó un poco mas su mirada, tanto que si me movía un milimetro podría tocar su boca con la mía. Susurra:
-Tu madre a muerto-. y escucharlo fué como sentir que me estaban friendo el cerebro.
El fallecimiento de mamá había sido para mí casi un hecho. La única prueba que tenía era su ausencia en casa y aquel líquido rojo que podría ser de cualquiera.
-¿Cómo... lo sabes? ¿Lo has visto?.-pregunte en shock a punto de estallar de ira.
-Bueno... Deberás esperar a mañana.-mira al suelo-. Pudes quedarte en mi casa.-
Ahora ya no... pero por aquel entonces usaba gafas para el estudio, pues de tanto leer, mi vista se había ido deteriorando. El pelo largo, hasta la mitad de la espalda, y rubio, rubio claro. Vestía el tipo de ropa que la gente normal podría considerar "normal" en una niña de 15 años. Adoraba las historias y las películas de terror, aunque mas de una vez habia tenido pesadillas por culpa de aquellas películas. Las noches de lluvia las pasaba en vela, disfrutando de ella mirandoa traves del cristal de mi cuarto y manteniendo interesantes conversaciones con mi subconsciente. Han pasado tantas cosas...

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